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viernes, 13 de enero de 2012

LA ÚLTIMA NAVIDAD

Madre mia,
la última navidad
no lleve colaciones,
solo unos calcetines
para el frio y las ausencias,
para hablarle a tus pies
cansados del camino,
para consolar la voz
que no pudo salir
de mi garganta.

Para arrullar tu piel de seda
para prolongar mi caricia,
para evadir la tristeza
y aletargar en mi
tu melancolia.

La última navidad
abrazabas el universo,
en la caricia de tu nieto
más amado.

La última navidad
entre suspiros
balbuceabas oraciones,
al niño Dios
y cautiva del tiempo
bendecias el momento.

Sonreias, y flotaba en el aire,
la estela de tu bondad.

La última navidad
no lleve colaciones,
solo unos calcetines,
para abrazar el tiempo,
en la breve fracción
de un lindo sueño de Dios,
¡mi madre!

In memoriam
LA VOZ DE MI PADRE

Tu voz está guardada
en la vigilia, suena a
música en el patio
de la vida, rompe el viejo
cercado de la casa de
la memoria, se interna
en el rosal y un ave canta.

Golpea todos los días
en la puerta de los
recuerdos, vuela como
mariposa inquieta en
el perfume de la soledad.

Es benigna como el viento
suave, que acaricia
la esperanza.

En la mañana trae
nostalgia de claridades,
de horizontes abiertos,
de olor a trigo, y surco
fresco, a gorjeos de
bosque, a gloria de
otros tiempos.

Tiene sabor a vino
a cariño y a lágrimas.

jueves, 27 de noviembre de 2008

SE FUE LORENZO


Bajo el limpio cielo de una acogedora ciudad Colombiana, donde aun se pueden cultivar los jardines del alma y donde todavía se saluda a los vecinos esbozando una sonrisa, han vivido aun algunas familias felices, como la de Lorenzo, el hijo mayor de la familia Santander de escasos 17 años, joven alegre, alto, apuesto, de cabellos negros y de granes ojos color miel, noble, tierno y juicioso como pocos seres humanos. Lorenzo a su corta edad, con una inteligencia abierta ya cosechaba triunfos en sus primeros semestres universitarios por esto era siempre el orgullo de sus padres, el ejemplo de su amado hermano Felipe y de Susana su consentida hermana menor. Esta familia se sentía muy afortunada por tener a su lado a Lorenzo, quien a pesar de ser casi un adolescente despertando apenas a todas las grandes emociones del cuerpo del espíritu, era el líder de la familia, él que a diario traía a casa fragantes ramilletes de alegrías e ilusiones. ¡Que maravilla todos eran felices!. Sin embargo una noche septembrina en que el terciopelo de las sombras se hace límpido, Lorenzo leía un libro de los misterios del mas allá, no quería ser interrumpido por ningún motivo, él estaba solo, los demás habían salido de compras y el aprovechaba el delicioso silencio para leer, en la temprana noche. Pero de pronto alguien tocaba insistentemente el timbres de la puerta, Lorenzo un poco contrariado, pero reflexivo, atendió el llamado, y ante él apareció una carita de ángel con bastón con ojos exorbitantes, era un pequeño y cojo mendigo, esquelético y triste como las mismas sombras de la muerte que pedía un mendrugo de pan. Que tristeza masculló Lorenzo con dolor y rabia, conmovido y angustiado, le pregunto al niño como había perdido parte de su pierna, el infante con una mirada lánguida y entre sollozos contesto: fue que el año pasado cuando venía de la escuela hubo una balacera cerca de mi casa y yo muerto del miedo al salir resbale brutalmente entre una alcantarilla destapada.

Lorenzo lo tomo de la mano, lo hizo seguir y le ofreció leche caliente porque estaba temblando de frío; mientras el niño sorbía la deliciosa bebida Lorenzo lo observaba, y rechazaba en su corazón, las balaceras la violencia, y se preguntaba porqué todas las calles de las ciudades de nuestro país, se encuentran atestadas de niños de miseria, mutilados en su cuerpo y de su espíritu. Luego lo contemplo, y con ternura lo arropó con un blando saco de lana, el niño lo miro casi incrédulo y se despidió agradecido por todas las bondades de Lorenzo. Poco después regresaban a casa, papa, mamá y hermanos, se querían tanto que se confundieron en un cálido abrazo fraternal, Lorenzo los apretaba contra sí como si lo envolviera el presagio de perderlos, la situación del pequeño mendigo le había estremecido el alma.

Esa noche no pudo volver a concentrarse en la lectura. Ana y Fabio sus padres los invitaron a merendar algo antes de ir a dormir ( galletitas con leche), él aprovecho para contarles la historia del niño y así poder descargar su corazón. Esa noche prometió que al finalizar sus estudios, lo más importante de su vida, sería realizar un proyecto para ayudar a este tipo de niños. Estaban en esta animada conversación y volvió a sonar el timbre con insistencia, esta vez lo atendió Ana, era Tito, un compañero de Lorenzo, pero mucho mayor que él y con un espíritu de vida desordenado y parrandero, por eso Lorenzo casi siempre lo evadía; había llegado en un flamante carro, pregunto por su amigo, él no quería comprometerse, no tenía la menor intención de salir, pero Tito de artimañas convincentes pidió premiso a sus padre y lo invito a viajar a un pueblo cercano a divertirse, Tito les prometió no consumir licor, Lorenzo medio sonriente abrazo a sus padres con una calidez inconfundible, la verdad no quería ir, pero sus padres lo animaron, el miró la calle desolada y un escalofrío circundó todo su ser. Trémulo se acercó al carro, en donde lo esperaban dos compañeros mas, Lucio y Martín, lo saludaron con euforia y lo invitaron a subir, el sonrió disimulando su estado de ánimo y se acomodó al lado de Tito quien conducía, iniciaron su viaje desviándose hacia el centro de la ciudad, para comprar licor, olvidando la promesa que acababa de hacer a los padres de Lorenzo, él se puso pálido y angustiado, no le gustaba engañar a nadie, se sentía mal, era raro, jamás había experimentado cosa igual, y de pronto vio volar por sobre el carro, una asquerosa y taciturna bruja, riendo a carcajadas, todos la vieron pero sus compañeros que habían consumido algo de ron, reían al unísono con la malvada bruja que hacia piruetas alrededor del carro.

Lorenzo había quedado casi paralizado, estaba aturdido y silencioso, bullía entre su sangre el terrible presagio de la muerte, Tito detuvo el carro frente a un bar. y los invito a tomasen una copa. Todos bajaron, aunque dudoso y vacilante Lorenzo los acompaño, ya dentro del bar. aún asustado por la visión de la bruja acepto una copa, con la intención de calmar su ansiedad aterradora, pero enseguida vino el segundo trago y comenzó a entusiasmarse, sus amigos le presentaron a gloria una dulce y preciosa chica, a quien le pareció imposible rechazar, estaba sola y triste, era muy joven casi una niña y en sus ojos se adivina la pureza de su alma y el candor virginal de su corazón. Lorenzo vibró hondamente enternecido y sintió como ahora su cielo florecía, como en el jardín de su preciada vida primaveras y ensueños se encendían, hablaban animadamente con la, pero también de tropiezos y malentendidos. En ese momento llegaron los padres de la niña a recogerla, pues era hija de unos buenos amigos del dueño del bar.; Lorenzo se apresuro hacia ella le pidió el numero telefónico, para llamarla y concretar una cita para poder verla de nuevo, ya que logró despertar en él todos los anhelos de su juventud.
Lorenzo se quedo allí algo triste y pensativo, llamó a sus compañeros en la tentativa de regresar a casa, ya que el viaje no se había realizado, pues ya era de madrugada, y de repente apareció la policía haciendo la rutinaria ronda de los bares y allí los sorprendió ya embriagados, pero mientras revisaban el bar. ellos se deslizaron apresuradamente, se subieron al carro y Tito no corría sino volaba por la gran avenida, pues no tenía papales y el carro era del papa de Tito, la policía al verlos desaparecer tan intempestivamente los siguió acosándolos de tal manera que se sintieron acorralados y como el carro policial era mas rápido, Tito aceleró todo lo que daba, Lorenzo le suplicaba que por caridad bajara la velocidad, pero le fue imposible convencerlo, entonces lanzo un grito de profunda angustia y avisó a sus amigos que la bruja revoloteaba nuevamente alrededor del carro, era la bruja taciturna de la muerte, el carro policial volaba tras el otro y el de Tito toco una pequeña y se volcó bestialmente dando muchas volteretas sobre si y arrojando el cuerpo de Lorenzo sobre la avenida en aquella madrugada fatal y turbadora, se fue Lorenzo, al amado hijo en querido hermano, el fiel amigo. Se fue sin un adiós sin despedida. Su juventud vigor de la mañana truncóse entre las rosas del silencio, por el azar de aquella ilusión vana.

Desde entonces todos los melancólicos septiembres, las rosas, azucenas y violetas perfuman la tumba de Lorenzo.

RAMON


No me gusta este estilo de vida, pero me ha tocado vivirla, siento ira, tristeza, rencor y miedo.

Tengo solo 10 años y ya conozco todos los basureros de la ciudad, duermo bajo el puente, mientras los transeúntes suben y bajan, los unos se detienen en el poste, hasta desocupar lentamente su vejiga, y aliviar su riñón, los otros hacen no se cuantas cosas más…

Siempre allí donde aletea el frío intenso, donde se mecen las telarañas y trapos sucios, desde ahí, bajo mis sueños de cartón, me mira el despiadada cielo y las estrellas en las cruentas noches de mi soledad.

Al amanecer siento encogido el cuerpo y el alma, entonces escupo mi amargura sobre la corrompida sociedad.

No se quien soy, me llaman Ramón, no conozco a mis padres, la calle es mi casa, mi familia otros que duermen bajo el puente, con ellos voy creciendo y voy aprendiendo como llenar el estomago vacío.

Todavía soy muy chico, siento miedo y solo aviso a mis amigos cuando está cerca el peligro, pero el Picoloco, con Pacho y Bernardo que son los más grandes, atracan a los caminantes desprevenidos e ingenuos, y con la platica que les roban, algo comemos pero no podemos dejar de comprar el frasquito de bóxer para adormilar la vida, es así como la voy pasando, con mis amigos.

Sin embargo en las noches temblando de hambre y frío, crece mi rabia y vuelvo a maldecir la sociedad, especialmente a mis padres, y para no pensar en nada pego la nariz la mágico frasquito que me quita todo dolor, todo sufrimiento y vuelvo a tenderme sobre mi lecho de cemento.

Al rayar un nuevo día como es costumbre pasamos siempre cerca al puente, las gentes se desplazan hacia sus trabajos y Ramón parece estar profundamente dormido, sus amigos, no están con él.

Compramos el periódico en la esquina, y vaya terrible sorpresa, Ramón no está dormido, está muerto, el periódico dice que hubo una balacera, sus compañeros huyeron heridos, pero el pequeño no pudo hacerlo, se desangro lentamente hasta morir.

Después de este terrible suceso en memoria de Ramón se publicó el poema.
EL NIÑO DE LA CALLE

Bajo la helada brisa,
sobre la yerta calle,
con la carita triste,
por la orfandad y el hambre,
va acumulando agravios
entre su mente tierna
y horizontes perdidos,
desdibuja la hierba.
Su lecho de cemento,
frente a una rica puerta,
agrede su razón, su pensamiento,
y comienza el camino en lucha abierta;
busca una explicación a su existir,
convirtiéndose en mueca su sonrisa,
porque la aurora es noche en su vivir,
y el verano el calor que la precisa,
las huellas del dolor se van ahondando,
ante una sociedad indiferente,
el mira triste y sigue caminando…
con la marcada hiel sobre su frente;
los rojos cardos de su débil planta,
hacen sangrar su mundo de ilusiones,
por alimento un nudo en la garganta,
y una noche de invierno en sus canciones;
su maltratada vida y sus razones,
son furia de volcanes que revientan,
ante una sociedad son corazones,
su desangrado grito se violenta.
Para el taller de Renata – Boyacá, AURA INES BARÓN

GASPAR Y LA CIUDAD ENCANTADA


Hace ya mucho tiempo en un lejano país vivía en el campo una familia muy humilde. Tenían solamente un hijo llamado Gaspar, quien era muy travieso y desobediente, acostumbraba a sacar de su Casa pequeños utensilios para venderlos, en la escuela era muy desaplicado y cambiaba sus útiles por tonterías y baratijas, era un niño muy díscolo e ingenioso, le gustaba inventar historias fantásticas, perdía mucho el tiempo en esas fruslerías, pensando siempre en conseguir el sustento y lograr sus metas de manera fácil; así que por más que sus padres y maestros le enseñaban, le daban ejemplo, tratando de formar su personalidad, inculcándole valores y principios, el no hacía caso sino que y desperdiciaba esos consejos. Un día se fue a divagar por el campo, caminó, caminó y caminó por largo rato, embebido en sus pensamientos; cuando reaccionó estaba lejos de su casa en las cercanías de un río, en realidad era un riachuelo, cuyas cristalinas aguas producían un sonido especial al chocar con las piedras, él travieso muchacho buscó un remanso, bajo un frondoso árbol, allí sentado a la orilla, a la vez que consumía con avidez la merienda que su madre había puesto en su maleta, jugaba con el agua, lanzando pequeños guijarros a su interior. De pronto aparecieron dos pececitos multicolores, el se quedó mirándoles fijamente, y uno de ellos emergió hasta el límite del agua y pronuncio la siguiente frase: sigue no te detengas, Gaspar quedó anonadado por lo sucedido, se incorporó y como llevado por una voz extraña, siguió la dirección indicada, a medida que avanzaba la vegetación se hacía más espesa, situación que en un momento dado lo obligo a caminar sobre las piedras que sobresalían en el riachuelo, de repente sintió a su espalda como un zumbido, giró para observar y vio como se acercaba a él una especie de tormenta o huracán, como los que se forman en el mar pero en miniatura, remolino que flotaba sobre las aguas sobre el cual Gaspar quedó sentado, siendo transportado rápidamente sobre la superficie hasta un lugar remoto y desconocido. Una enorme gruta que al atravesarla y después de dar muchos giros en una especie de laberinto lo llevó a contemplar la ciudad que descansaba sobre una meseta, sus calles de oro, los muros, las paredes en piedras preciosas, el lugar inundado de luz permanente pero en ese lugar no había noche, solamente el resplandor y la armonía moraban allí como detenidos en el espacio y el tiempo en un eterno presente, ya en las puertas de la ciudad es trasladado a un recinto especial donde más tarde será recibido por un venerable anciano de barba blanca, que le regala monedas de plata y un libro que contiene los secretos de la vida, que le permitirán aprender cómo sobrevivir y como ganar todo honradamente, lo cual aplicará al volver a su casa y se convertirá en un comerciante inmensamente próspero y pudo realizar todos los sueños de su existencia para él y los suyos. Lo que demuestra que si bien el dinero es importante, lo es más la actitud que tengamos ante la vida.

VENCIENDO LA ADVERSIDAD


Este acontecimiento sucedió en la amable e histórica ciudad Tunja, capital del departamento de Boyacá Colombia.
Ciudad de hermosos mitos y leyendas, con fragancia de yedras y geranios donde el sumercé tiene aroma a chocolate fresco y los amaneceres igual que los atardeceres se visten de grises muselinas, adornados por un multicolor enjambre estudiantil.
Toda esta belleza presentida despierta mis sentimientos y todos mis recuerdos de adolescencia que fluyen por los largos senderos de mi pensamiento.
Pero veamos, hace algo así como 28 años la familia Vidal alimentando la esperanza del nacimiento de un hijo, con entereza preparan todos los aderezos, el padre, Samuel en medio de su quehacer cotidiano, después de su trabajo, sintiéndose mas vivo que nunca, entre tarareos y dulces canciones, da las ultimas pinceladas a la blanca cuna, que ha de servir de reposo y abrigo al hijo de sus sueños. Por otra parte, juanita su esposa, quien aun siente palpitar en su vientre el anhelo ardiente de la vida, prepara afanosa, los últimos escarpines, que adorna con hermosas cintas azules como el cielo.
Esta escena tan bella y tan humana me invita a reflexión.
Ella con ternura acaricia su barriguita, porque presiente la hora suprema, Juanita aunque joven mujer, luce un poco cansada, pero sus mejillas color de rosa, se encienden aun mas en medio de aquella emoción inigualable. En aquel bello jueves de ilusiones y esperanzas Samuel, su esposo toma la maleta, que contiene todo lo pertinente para el feliz acontecimiento, y estrechando la mano de Juanita, se ponen en marcha, hacia el viejo pero confortable hospital San Rafael de Tunja. Su médico Gabriel, joven ginecólogo de fama, de gran calidad humana, pequeña estatura y presencia confiable, los recibe con una amplia sonrisa, mas sin embargo, solo invita a pasar a la futura madre.
Samuel en la sala de espera, camina de un lado hacia otro, pero por fin logra tranquilizarse un poco y toma asiento; Fernanda su vecina al verlo tan solitario se acerco y lo animo con breves frases de consolación, el tan solo la escuchó y sonrió…
Después de algo más de una hora de intenso trabajo de parto se oye el llanto fuerte del recién nacido, Samuel alerta, abre los ojos y mira hacia el fondo de la puerta, por donde antes entró Juanita, y de donde ahora entre un blanco ropaje asoma la enfermera, que trae entre sus brazos el anuncio palpitante de la vida. Fernanda corre emocionada hacia la enfermera, por el largo pasillo del hospital, con el deseo inmenso de conocer al bebe; pero ella se dirige directamente hacia Samuel, deja que el bebe resbale suavecito sobre su regazo, el lo mira larga y dulcemente, de sus ojos brotan dos grandes lágrimas de felicidad; Juanita también llora de alegría y gratitud, por el invaluable regalo de Dios para sus vidas. Conmovida Fernanda limpia el llanto que corre por el rostro de Juanita, le sonríe y la estrecha junto a ella felicitándola.
El niño se ve sano y vigoroso, entonces en el cerebro de cada uno de sus padres crecen los sueños e ilusiones.
Luego, después de retornar a casa, arrullando la esperanza entre sus brazos, allí los visitan parientes y vecinos, cada uno con un paquete de amor para el recién nacido.
Pasan los días, los meses, los años, el tiempo vuela vertiginosamente, y el bebe de ayer, quien es hoy Robertico, juega, ríe y corre tras las mariposas de las praderas, se mete entre las cristalinas ramas de los arroyos, y se embelesa mirando el cielo y las estrellas, también recoge flores en los campos, las aprieta fuerte contra su pecho y con voz tierna dice: mamá Juanita son para tí con todo mi corazón. Es un momento conmovedor y no puedo contener las lágrimas ante la ternura y candidez de Arturito.
Su infancia ha sido Feliz, ahora asiste al Colegio de Boyacá, considerado como uno de los mejores de la ciudad e incluso del departamento. Allí hace su primaria, su maestra rocío lo quiere mucho , le omite algunas faltas y es cómplice de otras, sabe de sus problemas y de sus arranques de soberbia, lo consiente por ser buen alumno, pero en ese complicado viaje de la vida, a Arturo le aburren muchísimo los parámetros de enseñanza, le parecen absurdos y cansones, entonces a veces aunque se despide de papa y mama para ir al colegio, suele escaparse siligilosamente y meterse en un rinconcito, bajo la fronda del huerto de su casa; allí en medio del silencio, puede dejar volar sus pensamientos, mucho más allá de lo que puede dejar una lección de geografía, queriendo encontrarse así mismo, siempre observando cada cosa y el porqué de la misma. Con mente abierta e inteligente, Arturo comienza leyendo retazos de Sócrates, Aristóteles, platón; así que cuando regresa al colegio hace a su maestra algunas preguntas no comunes en la primaria, claro que él es quien más interviene en la clase. Pregunta, maestra: dígame que es el amor?, que es la muerte?, que hacemos en la tierra?, quien maneja la luna y las estrellas?, porqué sentimos tristeza y alegría?. Ante tales preguntas la vitalidad espiritual, de la maestra florece y se interna en el cosmos de la vida pero trata de explicar a Arturo cada una de sus preguntas. Arturo no queda satisfecho y con cara de preocupación vuelve a casa. Sus padres no están allí, se recuesta y descansa un poco, pero en su cabecita loca le surge el pensamiento de prepararse algo caliente, para evadir el intenso frío que siente, ya que toda la ciudad está cubierta de una densa y oscura neblina. Fue a la cocina e hizo un café, iba a servir su deliciosa bebida humeante, cuando resbaló en una minúscula corteza de banano, y rodo por el piso. El líquido hirviente, cayó en su cuello, Arturo grita desesperado y para secarse pasa su pañuelo blanco que siempre lleva en el bolsillo y sin darse cuenta arrastra con las ampollas hechas por la quemadura, al escuchar el grito Fernanda llega y en ese preciso momento regresan a casa Samuel y Juanita, se asustan muchísimo con en suceso, pero sin hacer preguntas, salen corriendo a urgencias el hospital, allí se encuentran el médico de turno y su auxiliar, quienes diligentemente dan medicina para el dolor y hacen la curación, advirtiendo a todos que la quemadura es de un grado importante y dejará secuelas.
Tristes y silenciosos regresan a casa, Arturo allí da rienda suelta a su emoción y llora amargamente al igual que Samuel y Juanita , Fernanda los contempla enternecida y abraza a Roberto para consolarlo y decide apoyarlo en su proceso de recuperación acompañándolo a diario a sus curaciones, pasado algún tiempo su piel cicatriza pero quedan huellas permanentes. Esto incomoda muchísimo a Arturo quien desde entonces agrega a su atuendo informal una bonita bufanda que le sirve como escudo de los comentarios de la gente, demostrando de esta manera su capacidad de superación ; y es así como entre ires y venires Arturo termina su primaria.
¡Desde luego que no ha olvidado el rinconcito de sus pensamientos donde siempre se encuentra consigo mismo!.
Sus padres comparten con él una hermosa noticia, su corazón revienta de alegría porque su casa se ha vestido de color de rosa y se ha llenado de música celeste con aroma a violetas y azahares que le perfuman el alma y le invaden todo el rinconcito de sus sueños. ¡que maravilla la vida me a regalado una hermanita, soy tan feliz dice Arturo, que una serenata de emociones recorre todo mi ser, no… no se como explicarlo!, pero estoy dichoso de tener con quien compartir mi existencia.
Abraza una y otra vez a Samuel su padre, y cubre de besos a su madre en la espera de nacimiento de la bebé (María), a quien disfruta enormemente en cada uno de sus ratos libres.
Pasan volando los días, y luego con la brisa fresca en la cara, la ilusión de superarse cada vez, Arturo continua el viaje de la vida su hermanita crece juega con las muñecas con el agua y los luceros mientras Arturo hace su bachillerato, da lo mejor de sí en todas las áreas pero su inteligencia y las alas de su imaginación van mucho más allá, por eso jamás abandona el rinconcito entre la fronda del huerto de sus sueños, de sus viajes a la luna, al centro de la tierra y al fondo del mar con Julio Verne, de sus encuentros con Shakespeare, con don quijote, es allí donde dialoga con Dante el poeta del amor y de la muerte, es también allí donde evoca sus maravillosos recuerdos, donde escribe versos, donde cierra los ojos y contempla el coqueteo dulce de sus compañeras de colegio, suspira ante unos enormes ojos azules, y unos tibios brazos que le rodean el cuello, pero sonríe maliciosamente cuando piensa en Amelia una hermosa morena que siempre le guiñe el ojo, ¡que maravillosos y dulces son aquellos tiempos!, Arturo semi-adormecido suspira viviendo estos mágicos momentos, pero una voz sonora como una campana lo interrumpe es la voz alerta de su padre diciendo, hijo: no olvides que es el último día de inscripciones en la universidad entonces corre afanosamente, toma sus papeles, abraza tiernamente a su hermana y a su madre que le sonríen y de su padre se despide con una palmadita sobre el hombro.
Días más tarde Arturo se matricula e inicia sus estudios universitarios de filosofía y letras, lo hace con el entusiasmo que siempre lo ha caracterizado, es un extraordinario estudiante y avanza firme en sus semestres además en un valioso ser humano. Pero como en la vida tenemos que recorrer valles y collados, ríos caudalosos y paisajes agrestes; es así como una tarde gris sus padres cabisbajos y tristes, comunican a Roberto que María la hermana de su corazón se ha puesto enfermita, le cuenta que tiene problemas neurológicos serios, ella a presentado una crisis convulsiva y después de hacer las pruebas correspondientes el neurólogo les ha confirmado que su mal no es pasajero. Arturo con voz quebrada exclama: ¡oh Dios, porqué, porqué! Y en medio del sollozo se le conturba el alma, se le enturbian sus sueños, un escalofrío le recorre el cuerpo, siente que se apaga el sol de su vida. Desesperado abraza a sus padres y con tristeza contempla el rostro de María, con una palidez de infinito misterio, su madre, aunque melancólica, pero con voz de sabiduría, le susurra tiernas frases consoladoras, le habla de la fe, también de la aceptación y de dejar fluir la vida, de no desmayar jamás, de no perder la calma y de enfrentar la fatalidad, por último le dice muy bajito, recuerda que la adversidad nos hace crecer, debemos estar más unidos que nunca, entonces Arturo la mira con inigualable ternura y abrazándola le dice: siento rotos mis sueños y mis esperanzas, pero tratare de hacer lo que tú dices, dejare fluir la vida.
Espero que Arturo no cometa una locura pues por primera vez lo veo hundido en la angustia y desilusión.
Sin embargo el sigue asistiendo a la universidad, pero lleva sobre sus hombros una inmensa desolación que lo empuja a naufragar. Y como en la vida no falta quien se aproveche de la debilidad, de aquel que se siente perdido, aparece Julián, quien dice ser su buen amigo y le ofrece con desfachatez una salida fácil (droga), le ruega transigir, rebajarse, aceptarle, Arturo se ofende, pero se muere del deseo por consumir para calmar su pena. Lucha incesantemente con esta tentación, durante meses, porque la oferta es una constante y porque es posible que el dolor y la desilusión nos hagan cometer graves errores, sin embargo vive alerta, porque en su cerebro rondan los consejos de su abnegada madre y hace un alto en el camino de la desesperación, para reunir el coraje necesario y jamás vencerse.
Reflexiona y dice: mi vida no está vacía siempre a tenido un rumbo, hoy mis padres y mi hermana me necesitan más que nunca, no voy a envilecerme, no acepto esa basura, Arturo se repone se llena de coraje y sentido profundo, en lo posible evade a su compañero y comienza a resarcir su existencia, se propone no dejarse manipular y a cambio de perder el tiempo en pensamientos que lo hunden en la mediocridad, promete darse un espacio para ayudar a su hermanita, para hacerle la vida más grata y llevadera, Arturo siempre ha logrado sorprenderme, siento mucha alegría al ver que tiene un alma llena de valores y de amor.

Nuevamente acude al rinconcito mágico del huerto florecido, allí donde tantos encuentros filosóficos ha tenido, donde sus pensamientos vuelan como palomas en el cielo, allí donde le escribe versos a su amada, donde se diente airoso, feliz, libre y digno. Ahora con ainco prepara los últimos exámenes que en unos días le permitirán graduarse en filosofía y letras, Arturo aprueba con éxito todos los exámenes y el día de su graduación siente una libertad inconfundible, él tiene la voluntad coherente, la inteligencia, la valentía y claridad para distinguir lo fundamental, para ir en contra de lo indigno y sopesar el inmenso valor de ayuda a los demás e identificarse consigo mismo.
Arturo continua con una visión positiva sobre su vida y su profesión, él sigue trabajando en aquel su rinconcito amado, allí donde toma forma el valor de la vida, allí donde se maduran las ilusiones y los sueños literarios; es así como al atardecer el 27 de septiembre, bajo la luz del sol que se filtraba por los ventanales de la antigua casona del fundador de la ciudad de Tunja Gonzalo Suarez Rendón , es cuando conozco a Arturo, estando al lado de su pupitre en una amplia y fría sala de blancas y densas paredes con sabor colonial; allí entre un grupo de estudiosos se encuentra la figura de el joven filosofo Arturo quien hace a su maestro de literatura las preguntas más inesperadas, con su espigada figura luce una amplia sonrisa adornada de brakets en su tez color de trigo y sus pómulos algo pronunciados hablan de un mestizaje propio de la tierra boyacense, su nariz recta da armonía a su rostro, el color café de sus ojos vivaces denotan la alegría de una mente sana e inteligente que siempre aspira a la excelencia , su donaire en el vestir sencillo en informal, luciendo siempre con elegancia su inseparable y apreciada bufanda la cual le da un toque y estilo personal, mi deseo es que siga visitando el mágico rinconcito de sus sueños, que continúe abriéndose camino en el quehacer de la literatura que ascienda enredaderas para encontrar la cumbre.